martes, 4 de septiembre de 2012

¿Ballet para hombres?

No pocas veces la danza es asociada con lo femenino, al vincularla a la etérea figura de una bailarina, elevada en las puntas de los pies y como flotando entre tules.  El papel tan llamativo que el ballet romántico otorgó a la bailarina ha hecho que muchos ignoren que en su sentido más estricto, la danza es  así misma la naturaleza humana, sin distinción de sexos y que, por ejemplo, en la Grecia de la Antigüedad, la danza fue utilizada como entrenamiento de los guerreros, hasta el punto que se atribuya al famoso filósofo Sócrates, la frase "el mejor bailarín es también el mejor guerrero". No puede tampoco olvidarse el importante peso del hombre en muchas danzas folclóricas de origen rural o urbano, ni que fueron hombres quienes pulimentaron las danzas preclásicas desde el Renacimiento temprano, haciendo del maestro de danza un favorito de cortes y palacios.


Pero, sin lugar a dudas, fueron "las puntas" el fenómeno que provocó la más grande transformación en el desarrollo de la danza y aunque fue Taglioni la que inmortalizó esta nueva base de la danza femenina, el hecho había venido preparándose desde el siglo anterior, en el que en un afán de elevación, los bailarines subían cada vez más sus "relevés".

Sin embargo, las puntas contribuyeron en la época romántica a la destrucción de la danza masculina. La bailarina tenía necesidad de un apoyo en los largos adagios y el bailarín masculino dejó de ser el compañero de bailes, para convertirse en el soporte de la bailarina. Esto explica que la primera mitad del siglo XIX estuviera plagada de nombres de legendarias bailarinas, que junto a Taglioni, protagonizaron los grandes ballets románticos, pero que entre los hombres.


En la segunda mitad del siglo XIX el ballet en Europa Occidental cae en absoluta decadencia. Entre los eclipsados hombres, sólo Enrico Cecchetti tuvo un lugar destacado, pues en esa área geográfica, únicamente Italia se mantuvo corno centro de la danza. Era tal la orfandad masculina en París, que en el estreno de Coppelia, en 1870, una bailarina tuvo que interpretar el rol de Franz.



La resurrección del ballet hacia finales del siglo XIX tendría lugar en Rusia, donde desde que en el siglo anterior se había fundado la Escuela de Danza del Estado, este arte había ido cobrando importancia y ya a mediados del XIX existían tres escuelas (San Petersburgo, Moscú y Varsovia), en las cuales se prestaba igual atención al desarrollo de bailarinas que de bailarines. Correspondió a Marius Petipa (1818-1910), bailarín, coreógrafo y maestro francés que había sido alumno de Vestris, enriquecer el arte del ballet en Rusia, al exigir a sus solistas la más alta capacidad de ejecución. La Bella Durmiente, El Lago de los Cisnes, Cascanueces y Rayrnonda, son ejemplos notables de la inmensa capacidad coreográfica de Petipa. Y aún cuando la bailarina seguía reinando en los escenarios, el desarrollo de la danza en Rusia en las últimas décadas del siglo XIX preparó el camino para la aparición de nuevos creadores, como Mijail Fokin (1880-1942) cuyos novedosos conceptos darían impulso a nuevos caminos de la coreografía. Pero, sobre todo, favoreció el surgimiento de un nuevo Dios de la Danza, Vaslav Nijinski, verdadera leyenda de la danza masculina.

Nacido en Kiev, en 1889, hijo de bailarines ambulantes, Nijinski comenzó en la Escuela Imperial de San Petersburgo, en 1898, llamando de inmediato la atención, no sólo por su prodigiosa técnica, sino por su especial personalidad.  Incorporado a los Ballets Rusos que Sergio Diaguilev presentó en París en ese año, recibió múltiples elogios del público y de la prensa.


Su vida estuvo impregnada de episodios complejos, entre ellos su prematura enfermedad mental, en la que permaneció varios años, hasta su muerte, en abril de 1950. Su carrera de bailarín duró propiamente diez años, pero en ellos conquistó la eternidad. Muchos son los méritos de este artista que lo consagran como una de las más grandes glorias de la danza, pero en el tema que nos ocupa, bastaría recordar que devolvió a la figura del bailarín un lugar preeminente, a tal punto que a veces lograba que la figura de su compañera quedara en segundo plano.

Nijinski trazó en los comienzos del siglo XX el despegue masculino en la danza profesional, que bailarines y coreógrafos de danza moderna, como Ted Shawn, también contribuyeron a consolidar.

En Rusia, mientras tanto, continuaban formándose nuevas generaciones de bailarines de ambos sexos, pero el riguroso trabajo metodológico seguido en ese país favorecía una distinción entre las cualidades de la bailarina y del bailarín, dotando a estos últimos de vigorosidad y fortaleza gimnástica notable, con independencia de la elegancia y delicadeza propias de los estilos clásico y neoclásico, ampliamente desarrollados durante el siglo XX.

Uno de los exponentes masculinos de la Escuela Rusa, Rudolf Nureyev, asombraría al mundo occidental con su arte y serviría de modelo e impulso en la reconquista del protagonismo masculino en la danza, a la que también contribuían José Limón y luego Paul Taylor, Erick Hawkins y Merce Cunnigham en la danza moderna. Desde la segunda mitad del siglo XX, junto a los nombres rutilantes de memorables bailarinas, las estrellas masculinas han ido marcando, cada vez con mayor intensidad, que en la danza profesional no es exclusivamente lo femenino y frágil lo referencial sino que, muy por el contrario, lo masculino, lo vital han adquirido enorme supremacía. 



Por último, dejar con una gran frase: "Se ha alcanzado un punto de maravillosa equidad, ahora que el bailarín es el varón en escena. No es solo técnica o virtuosismo, de saltar más alto que nadie. Es la capacidad para utilizar todas las posibilidades de fuerza, suavidad, agresión, sumisión, de impulsos amorosos, de tormento. De ser un pavo real. Es perfectamente correcto que un hombre baile".

http://www.youtube.com/watch?v=ZaXXjdyAULA&feature=related


lunes, 11 de abril de 2011

una bailarina dijo...

 

"La gente me ha preguntado a veces por qué elegí ser bailarina. Yo no lo elegí. Fuí elegida para ser bailarina y eso es algo que no puedes eludir. Cuando algún joven estudiante me pregunta si creo que debe ser bailarín, siempre le contesto:"Si tienes que pregunarlo, la respuesta es no". Solamente cuando existe una forma de hacer que tu vida y la de los demás sea más intensa, deberá emprenderse esta carrera. Y entonces concocerás los prodigios del cuerpo humano, pués no hay nada más prodigioso. cuando vuelvas a mirarte al espejo, fífate bien en el ángulo de las orejas, en la cabeza; observa la forma del nacimiento del pelo; piensa en todos los huesitos de tu muñeca. Es un milagro. Y la danza es la celebración de ese milagro."

Martha Graham

miércoles, 6 de abril de 2011

VARIACIÓN DE GISELLE.

PRIMER ACTO
En una aldea de la Renania medieval, Hilarion, guarda de caza, ama a Giselle y tiembla de celos por Loys, bajo cuyos mentidos andrajos de pueblerino se encuentra el duque Albrecht. Aparece éste para encontrarse con Giselle tras haber ocultado su espada en el bosque y alejado a su escudero. La joven sale de casa y acepta el tierno galanteo de Loys, que jura amarla para confortarla de la negativa de una margarita que ella había deshojado. Hilarion declara más tarde su amor a Giselle, pero ella lo rechaza y éste jura venganza.
Dan comienzo las fiestas campesinas de la vendimia, a las que Giselle se une con entusiasmo no sin el temor de su madre, pues desde niña había tenido una salud muy débil. Mientras esta danza tiene lugar, su madre cuenta cómo jóvenes muertas durante aquellas danzas se convierten en Willis, blancos fantasmas que vagan por los bosques al claro de la luna. Se interrumpen las fiestas para acoger al príncipe de Curlandia y a su hija Bathilde, que llegan de regreso de una cacería con su séquito. Giselle danza para la princesa, que le da un collar y vuelve a partir con los suyos, reanudándose la fiesta campesina. Al llegar Albrecht, Hilarion lo desenmascara mostrando la espada que ha encontrado escondida en el bosque, y llama de nuevo con el sonido del cuerno a los nobles cazadores y a la princesa Bathilde, prometida de Albrecht. Éste, con fingida desenvoltura y justificándose como simple deseoso de distracción entre las danzas campesinas, toma a Bathilde del brazo y se la lleva, sin cuidarse de Giselle. Giselle, al comprender el engaño, cae en la locura y delira inciando pasos de danza entre los consternados presentes, para finalmente atravesarse con la espada y morir en brazos de su madre ante un Albrecht atónito y desesperado.


SEGUNDO ACTO
A medianoche, en los proximidades de la tumba de Giselle, se entrevé a Hilarion que pasa entre los árboles que lo rodean. Aparece entonces Myrtha, reina de las Willis, quien evoca a su corte de fantasmas femeninos para recoger, danzando, a su nueva compañera, Giselle, que tras inclinarse ante la reina, se une a la espectral danza que mantienen sus compañeras. Se oyen unos pasos y las Willis se desvanecen: es Albrecht, que viene a esparcir lirios sobre la tumba de la muchacha demasiado tarde amada. Después de un momento, se le aparece la imagen de Giselle, y él, alucinando, la sigue por entre los árboles. Entra Hilarion y es rodeado inmediatamente por las Willis, que lo impelen hasta la muerte tras una danza loca. Al retorno de Albrecht, Myrtha lo condena a sufrir la misma suerte que habían sufrido todos aquellos que caen bajo el poder de las Willis, pero Giselle lo protege junto a la cruz implorando en vano a la gélida reina. Condenado a bailar hasta el extremo, Giselle lo sostiene con amor desesperado hasta que las primeras luces del alba imponen la retirada de los espectros. Giselle sigue, al fin, a sus compañeras hacia el reino de las sombras, tras haber encaminado a su amado hacia la luz y la vida.




PRINCIPALES VERSIONES COREOGRÁFICAS

  • 1841 : Paris (Carlotta Grisi, Lucien Petipa y Adèle Dumilâtre)

  • 1884 : San Petersburgo (Jules Perrot y Marius Petipa

  • 1910 : Paris (Michel Fokine para los Ballets russes de Serge Diaghilev)

  • 1932 : Paris (Serge Lifar)

  • 1935 : Moscu (Léonide Lavrovski)

  • 1971 : Londres (Mary Skeaping)

  • 1972 : Cuba (Alicia Alonso)

  • 1982 : Estocolmo (Mats Ek)

  • 1984 : New York (Frederick Franklin)

  • 1989 : Stuttgart (Marcia Haydée)

  • 1991 : Paris (Patrice Bart)


  • domingo, 3 de abril de 2011

    TIPOS DE BALLET

    BALLET CLÁSICO

    BALLET NEOCLÁSICO



    BALLET MODERNO
     BALLET ESPAÑOL





    No es tan sencillo de explicar.

    ¿Qué es la danza?
    La danza, el primer impulso de comunicar, de expresar, existe mucho antes del lenguaje hablado; relaciona al ser humano con la naturaleza en donde animales, mamíferos, aves, insectos, peces... danzan con finalidades específicas de cortejo, de señalización de peligros, de ubicación de alimento, de luchas territoriales... y danzan con coreografías y códigos transmitidos por generaciones.  La danza son movimientos corporales rítmicos que siguen un patrón, acompañados generalmente de música y que sirven como forma de comunicación o expresión. Todo ser humano tiene la cualidad de expresarse a través del movimiento. La danza es la transformación de funciones normales y expresiones comunes en movimientos fuera de lo habitual para propósitos extraordinarios, por ejemplo, una acción tan normal como el caminar, al realizarse en la danza de una forma establecida, en círculos o en un ritmo concreto y dentro de una situación específica.

    jueves, 31 de marzo de 2011

    CONFECCIÓN DE TUTÚ.

    ZONA DE DESCARGA

    Fácil y sencillo aqui os dejo un manual para que os hagais una idea de como es la confección de un tutú de ballet clásico.